El día que empezamos a preocuparnos por el futuro es el día que perdemos nuestra inocencia.

¿Y qué le importa al mundo cómo esta mi alma?
Más triste que el silencio y más sola que la luna.
¿Y qué importa ser poeta o ser basura?

10.27.2011

Susan y Jake parte dos

Me columpié con el final porque empezó con un coña que acabó por encantarme. Aún ahora me releó el final y pienso "Joder, Silvia, como eres" xD. Pero bueno, a Marta le gustó, que es lo que cuenta. Y la aparición del personaje estrella a mi me encantó xD.

Jaky y Susan II

Pasaron dos semanas y la relación se fue consolidando, al igual que la herida de Jake fue sanando y convirtiéndose en una marca que siempre llevaría en su rostro. Aquello fue difícil para el soltero Winston, que con otro defecto más en su rostro comprendió que la gente le miraba con lástima. Ni siquiera las señoritas que le habían acompañado durante largas noches de sexo se atrevían ahora a acariciarse al verle la cicatriz en la cara. Esa cicatriz había acabado por deprimir a Jake, pero poco a poco, Susan conseguía que su sonrisa deforme saliera a flore con sus palabras, pues la muchacha se iba enamorando de él.

El plan iba por buen camino, y si todo iba a bien, a finales de aquel mes toda la fortuna sería de Jake Winston, convirtiéndole en el hombre más poderoso de Old Glory. Y ya sabían lo que iban a hacer con Edgar Walters cuando pasaran a vivir en la Mansión. Morgan lo había planificado todo a milímetros para que nadie salieron mal, argumentando que lo ocurrido al rostro de Jake había sido un lamentable accidente.

Susan, ajena a todos los males que le deseaban a su padre y la próxima pérdida de su fortuna, cada día era más feliz al poderlo compartir con Jake, ya que la trataba como a un reina. Se sentía en una nube y que nadie podía quitarle lo que para ella era un derecho. El derecho de sentir aquellas cosas por Jake, y contaba los días que faltaban para la boda.

Pasaba la gran mayoría del día con él, paseando por el pueblo, hablando de cosas sin importancia que hacía que se unieran aún más. Y cuando llegaban las noches se despedía de él con un calor sofocante, queriendo entregarle una virginidad que había guardado bajo llave, pero con miedo de que no fuera gran cosa para él. Luego pensaba una y otra vez en entregarse antes de la fecha límite, que él supiera que era capaz de eso y mucho más, pero su conciencia, bendita conciencia, le decía una y otra vez que esperase y no se entregara al pecado.

Mientras tanto, Jake sufría la castidad como nunca, sintiendo cada roce de Susan multiplicado por dos, rozando sin que ella lo notara su bragueta contra su trasero y sufriendo de erecciones incontenidas. Tenía que poseerlas, explotar por fin y descargar todo lo que tenía guardado para ella. Pero por ser un caballero ni se atrevía a arrinconarla en un pasillo y penetrarla con toda la violencia que su herido le había hecho esconder. Le parecía injusto tener que esperar hasta final de mes para poder acostarse con su prometida y odiaba más que nunca a las malditas putas que se habían negado a aceptar su dinero por su cara. ¿Qué más daba la cara si era el miembro lo que trabajaba?

Sabía que mucho más no podría seguir, y fuera Susan o una criada, acabaría saciando su sed de sexo con alguien. Ni su mano, la primera que le había acariciado y que tantos buenos ratos le había dado, era capaz ahora de saciarle con totalidad.

Fumaba, cuando él nunca había fumado, porque sentía ansiedad al estar con Susan. Y se maldecía por haber empezado a sentir aquello hacia la chica, porque le ataría por siempre a ella para practicar el sexo.

Una tarde calurosa en el jardín tomando té, Susan iba escotada y él, sin poder evitarlo se había empalmado mirándole los protuberantes pechos, imaginando como sería, si estarían blando y olerían bien.

-Jake, Jake… ¿te encuentras bien?

Jake salió del ensimismamiento sexual en el que había entrado y miró a los ojos a Susan por primera vez en toda la tarde.

-Sí, sí, perdona, estaba pensando en… otras cosas.-Contestó, cruzando las piernas para que no se le notase el miembro.-Qué decías, querida.

Susan, que no se había enterado de nada en su joven inocencia, le sonreía.

-Te preguntaba qué clase de flores quieres que nos pongas en la habitación la noche de bodas…-Y se sonrojó.

Jake reprimió una sonrisa.

-Las que tú quieres estarán bien.

Susan asintió, sin mirarle.

-He pensado que como va a ser una noche especial… fuera rosas, que son muy sensuales.-Habló, tímidamente.-Rosas rojas, frescas que duraran toda la noche.

Jake la evaluaba con la mirada, comprendiendo que ella misma tenía ganas de que aquella noche llegara, se inclinó un poco en su silla para acercarse a ella y la tomó de la mano.

-No puedo esperar de las ganas que tengo de estar contigo, Susan.-Habló para embelesarla, con tal ternura y sexualidad que acabó por terminar de cortejarla.

-Jake, por favor…-Y Susan soltó una sonrisa nerviosa, temblando.-Debemos esperar…

-¿Tú quieres esperar? Si es así, te respetaré aunque me cueste.-Dijo Jake, poniendo una mueca de indisposición al decir lo último, como intentando dar pena a Susan para que lo hiciera, presionándola indirectamente.

Susan, indecisa, no contestó rápidamente como habría querido hacerlo. Si Jake sufría y ella tenía la cura para quitarle ese mal, quería ayudarle, aunque tuviera que perder su virgo antes de tiempo. Luego pensó que tampoco pasaba nada, tarde o temprano lo hubieran acabado haciendo, cuando llevara su apellido y fuera su mujer… y quedaban aún unos cuantos días para ello. Decidida a hacer aquello por Jake asintió.

-N-no quiero esperar… hagámoslo.

Jake sonrió.

-Esta noche cenarás conmigo en mi casa y pasaremos la noche juntos.-Fue lo único que dijo el desesperado Winston.

Se despidieron hasta la noche, y Susan tuvo que notar el nerviosismo y el ansia de hacerlo en piel propia. No sabía si estaba preparada para hacer aquello, y sentía algo de miedo, pero sabía que Jake la trataría bien, la edad no era ningún impedimento para ello.

Llegó la hora, se despidió de su padre y esperó en el jardín a que Jake llegara. Dio varias vueltas, nerviosa, de un punto a otro del jardín, esperando dar la talla cuando tuviera que acostarse en la cama con Jake.

Jake, que no reparaba en ello sino en desfogarse aquella noche, llegó y la saludó con un efusivo beso que hizo sonrojar a la chica. Recogió su bolsa y le ofreció el brazo, empezando a caminar hacía su casa para cenar rápido y lanzarla a la cama.

No hablaron durante el camino, Jake silbaba alegremente y Susan se sentía avergonzada aún por la decisión que había tomado, sonrojada y nerviosa. Al llegar a la casa Winston, Susan se quitó la chaqueta y se la tendió a una criada, que les dijo que la cena ya estaba a punto de servirse. Jake la guió hasta el salón y allí ambos se sentaron.

-Tienes una casa muy bonita.-Dijo Susan, para romper el silencio incómodo que había impuesto ella sola.-Es muy acogedora.

Jake asintió, echando un poco de vino en ambos vasos.

-Muchas gracias, no es gran cosa pero para mí solo va bien.-Dijo Jake, bebiendo luego.-Tu padre quieres que me traslade a la Mansión después de la boda.

Susan bebió copiosamente, intentando que el vino la hiciera hablar.

-¿Y qué harás con esta casa? ¿Tienes pensado venderla?

Jake se encongió de hombros y se apartó un poco mientras el mayordomo le servía la sopa.

-O quizá le alquile a alguien, aún no lo tengo decidido.

La cena pasó con tranquilidad, y Susan casi pudo olvidar por unos momentos a que había venido a aquella casa, el vino le había ayudado un poco. Se levantaron de la mesa tras terminar el postre y se dirigieron al jardín para reposar unos minutos.

Susan se agarró al brazo de su prometido.

-Jake… ya vamos a…

-No hay prisa, tenemos toda la noche, querida.

Las estrellas iluminaron los besos y caricias que en el pequeño jardín se regalaron y fueron testigos de la pasión que fue creciendo entre los dos, inocente al principio por la joven, pero adulto más tarde por Jake. Cuando el miembro de Jake purgaba por salir, la dirigió a la habitación con pasos rápidos, para llegar cuanto antes.

Cerró la puerta tras ellos, y se quitó la americana y desaflojó la corbata mientras la chica se sentaba en la cama, abrumada.

-¿Estás nerviosa?-Le preguntó, mientras lanzaba sus cosas a un lado de la habitación.

-Un poco… me da miedo no estar a la altura.

Jake se sentó a su lado, atrayendo su cara a su rostro y besándola.

-No te preocupes por eso.-Y comenzó a desabrocharla el vestido por delante, con ansias.

-Quiero decirte algo antes de empezar.-Y le paró.

-¿No puede esperar?-Susan le miró a los ojos y Jake paró, un poco enfadado.- ¿De qué se trata?

Susan tragó saliva, con el corazón latiéndole a cien por hora.

-Yo… te dije que serías el primero en saber que te quiero.-Dijo, tímidamente.

Jake la miró, y se sintió culpable por todo. Por forzarla a hacerlo indirectamente y por el plan de Morgan. Maldito bastardo.

Se levantó del lado de la muchacha, dispuesto a dejarla marchar si era necesario.

-Gracias por decírmelo.-Dijo.-Y ahora, será mejor que lo dejemos por hoy…

Pero antes de poder decir nada, notó las manos de la chica acariciarle la espalda. Se dio la vuelta, quedando frente a frente con Susan y la miró.

-Quiero hacerlo, Jake, sé que tendrás cuidado conmigo. Confío en ti.-Y le besó.

Jake, sorprendido, no se lo pensó dos veces y la tumbó en la cama. Poco a poco la desvistió mientras él hacía lo mismo, notando su palpitante sexo apretado con el pantalón. Susan, primeriza en aquello, acarició su espalda con toda la sensualidad que pudo, notando como iba mojándose poco a poco. Cuando Jake le quitó la ropa interior, llegó a sentir vergüenza, pero antes de poder decir nada, Jake la besó, acariciando sus pechos y quitándose así los pantalones.

Al ponerse Jake encima, Susan tragó saliva, notando una de las manos de Jake bajando por su vientre y acomodándose en su sexo. Poco a poco sintió unas caricias que le gustaban, y cuando uno de los dedos la penetró con cuidado, soltó un jadeo, notando un leve escozor, agarrándose al cuello de su prometido y cerrando sus piernas.

-Jake…

-Tranquila.-Jake habló a su oído, abriendo de nuevo sus piernas con tranquilidad.-No pasa nada, no te haré daño.

Susan asintió, dándole acceso de nuevo a su sexo. Jake bajó de sus labios a su cuello, donde besó y mordió cada rincón al que tenía acceso hasta bajar a su pecho. Susan, sonrojada al notar los labios de Jake en uno de sus pezones, se estremeció de puro placer al comprar que aquello le gustaba. Susurraba el nombre de Jake, el cual frotaba su miembro contra la pierna de Susan cuando podía, y estaba ocupado en marcar aquellos preciosos pezones.

Cuando se cansó de los pezones bajó por el vientre plano, acariciando la pálida y tersa piel de su prometida con cuidado, recorriendo en línea recta con la lengua y descendiendo hasta el pubis. Cuando llegó allí, lo acarició con una de las manos, mientras que con la otra acariciaba uno de los senos de Susan.

Susan notó la lengua de Jake en su sexo, fue una sensación extraña como ninguna, un poco incómoda al principio, pero cuando se acostumbró a que la lengua de Jake recorriera poco a poco sus secretos, se sorprendió a sí misma agarrándose a la almohada.

-Oh, Jake…

Jake la miró por encima de su vientre y sonrió, incorporándose para penetrarla lentamente, pillando por sorpresa a Susan, que se agarró al cuello de Jake otra vez al notar el miembro grande y duro de Jake entrar en aquella cavidad tan extrecha.

Le dolía a mares aquel contacto, y siguió doliendo durante un rato hasta que las paredes vaginales se ensancharon lo suficientes como para darle placer en lugar de dolor. Mientras todo aquello sucedía, se agarraba con fuerza al cuello de Jake, que arremetía contra ella con ganas, notando como el clímax llegaba a él.

Para Susan todas aquellas sensaciones eran nuevas y placenteras, y cuando su primer orgasmo se asomó a su vagina, no pudo evitar gritar de places, a la vez que Jake llegaba al suyo propio y bombeaba todo su ser dentro de ella, jadeando de placer.

Cuando el acto cesó, se dejó caer encima de Susan, que roja e hiperventilando por el orgasmo, le recibió en un abrazo cariñoso repleto de amor.

Jake se quitó de encima, tumbándose a su lado, más tranquilo después de todas sus ganas acumuladas, tapándose con la sábana y tapándola a ella. Bebió agua de la mesita de noche y le tendió el vaso a Susan, pero ésta se había quedado dormida.

Sonrió, tapándola y acariciando su mejilla, notando por primera vez en todo aquel tiempo que ella era importante para él.

La boda poco a poco se acercaba, y Jake dejó de pasar tanto tiempo con Susan para estar con Morgan y terminar de planear los acontecimientos que deberían ocurrir después de la boda. En un principio, cuando volvieran de la Luna de Miel, Edgar habría desaparecido en el desierto y toda la fortuna de los Walters pasaría a las manos de Jake Winston, quien se había casado con la única heredera de la fortuna.

Nadie en el pueblo sospechaba de ellos, y si no hubieran hablado de sus planes en una callejón paralelo al bar de Ted Brighman, Nathan no hubiera escuchado el destino que le esperaba a Edgar Walters y a su hija. Como buen chico que era, se lo dijo a su padre y ambos se apresuraron a contárselo a Edgar Walters, que tuvo que dudar al principio y entrar en razón más tarde.

Susan entró en su casa después de haberse probado el vestido de novia y estaba encantada, se dirigió al despacho de su padre y allí se sorprendió al encontrarl al Sherriff de Old Glory, Lance Sheldon, y al alguacil William Cooper, alias Coba.

Edgar se levantó rápidamente de la silla.

-Susa, tengo algo malo que decirte.

Sheldon le saludó con una reverencia, quitándose el sombrero de Sherrif y el alguacil hizo lo propio.

-Les dejaré solos, señor Walters, para que hable con tranquilidad con su hija. Y ahora que ya tengo firmadas las órdenes, me dispondré a encarcelar a esos traidores.-Lance Sheldon se puso de nuevo el sombrero y haciendo una nueva reverencia a Susan salió del despacho seguido del alguacil, que apenas miró a la muchacha.

Susan, asustada se apresuró a mirar a su padre.

-¿Qué ocurre?

Edgar le pidió que se sentara.

-Hija mía, hay que cancelar la boda…

-¿Por qué? ¿Qué corre? ¿Jake está bien?

-Tranquila, chiquilla, todo va bien… ese maldito… no quiero que te cases con él.-Dijo, con pesadumbre.-Si que tú le habías aceptado por fin y que las cosas iban muy bien. Pero él sólo quiere casarse contigo por nuestra fortuna, pretendían matarme, él y ese sucio perro de Morgan Cleremont.

Susan abrió mucho los ojos sorprendida.

-No puede ser verdad… No lo creo… ¡quiero casarme con Jake, él me quiere!

-No, te lo prohíbo. Ahora mismo lo deben estar encarcelando para que se pudra en la cárcel por jugar contigo, mi vida.

-¡No!-Y Susan se levantó, saliendo por la puerta y corriendo a socorrer a su prometido.

Susan no podía creer las palabras de su padre, no eran verdad. Ella sabía que Jake se quería casar con ella por su amor que ya habían consumado y no por el dinero ni el poder de su padre. Sabía que Jake Winston no era así, al igual que Morgan. Ninguno de los dos la traicionaría de esa manera.

Corrió rumbo a la casa de Jake y se sorprendió al ver allí al sheriff y al alguacil deteniendo a Jake, que gritaba una y otra vez que él no había hecho nada.

-¡Jake!-Gritó su nombre para hacerse oír entre los chillidos de su prometido y el gentío que se había acoplado a su alrededor.- ¡Jake, dime que es mentira todo esto!

Jake la observó y no dijo nada, forcejeando con Sheldon y Cooper por librarse de sus ataduras. Y al verla, al comprender que no podía perderla de aquella manera, tuvo que hacer algo.

-¡Todo es culpa de Morgan, mi vida, yo no quería! Él me obligó.-Gritó a todo pulmón, sorprendiéndole a todos.- ¡Yo te quiero, quiero estar contigo, casarme y tener hijos!

Y cuando Susan empezaba a creer esas palabras, un disparo silenció a todos, y del pecho del Jake empezó a manar sangre. Susan se horrorizó, corriendo y traspasando la contención que hacían los guardias, tirándose al suelo junto a Jake, que sorprendido por el disparo, sangrega por la herida y la boca.

El sheriff y el alguacil empuñaron sendas pistolas, buscando en lugar del disparo, sorprendidos al encontrar a Morgan empuñando un arma, junto a su mujer.

-Nadie me culpa y sale vivo después de eso.-Tiró el arma al suelo y levantó las manos.-Bueno, puedes llevarnos, pero no podrás retenernos mucho en la cárcel, Sheldon.

El sheriff le miró con indiferencia.

-Eso es lo que tú te crees, Cleremont, tengo cargos como para enchironarte el resto de tu vida.-Y le empujó hacia Coba el alguacil, que se apresuró a ponerle unas esposas.

-Tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga podrá usarse en su contra…-Y siguió con su perorata.

El sheriff se giró entonces hacia Susan y Jake, la chica lloraba y él, simplemente se moría con cada respiración.

-Susan… Susan… perdóname amor mío, no debería haberte tenido engañada. Al final yo también me enamoré de ti sin poder evitarlo…-Escupió sangre.

Susan le soltó la mano que con tantas ganas había cogido, sintiéndose utilizada.

-Entonces… era cierto.-Dijo, destrozada.

-Sí…-Jake le cogió la mano con fuerza.-pero iba a dejarlo todo por ti, quería tenerte a mi lado, no me importaba nada más.

Susan se soltó de él, alejándose herida.

-Ahora no puedo creerte.-Y se echó a llorar.

-Susan… yo te quiero…-Y antes de poder terminar aquellas palabras, Jake Winston murió de herida de bala.

-Coba, que quiten el cuerpo de aquí.-Ordenó el sheriff, guardando su arma y ayudando a la destrozada niña a levantarse.-Tranquila, pequeña, todo ha pasado ya.

Coba asintió, ordenando a varios guardias que cubrieran el cuerpo y lo cargaran en el carro junto a Morgan y Mariah Cleremont.

Y así acaba la historia de Susan y Jake, con un trágico final que acabó por amargar la existencia de Susan Walters, que optó por coger el hábito cansada de sufrir un amor que solo había sido unilateral sin saber que Jake había llegado a amarla.

Edgar Walters consiguió meter entre rejas a Morgan Cleremont, que no negó ni afirmó los cargos de los que se acusaban, arrastrando a su mujer con él y deshonrando aún más la memoria del soltero Winston.

El sheriff Sheldon consiguió muchos galardones por ello, al igual que el alguacil Cooper, y poco a poco Lance Sheldon fue nombrado Alcalde de Old Glory y William Cooper heredó su cargo como sheriff.

Susan llegó a ser feliz en el Convento de las Carmelitas, dedicada cuerpo y alma a hacer pastelitos de limón y recordando siempre al que sería su prometido eternamente, inmortalizando aquella única noche de pasión que vivieron juntos.

Lance es tan... Lance. Incluso de sheriff es sexy... y solo pensar en que Coba se enterase de que acata las órdenes del loco de Lance me mataría, pero es tan irreal que ocurra que tenía que hacerlo. Lo de Susan monja... bueno, no sé si será la sociedad que yo creo, pero en la antigüedad si una jovencita se desvirga antes del matrimonio queda marcada como que no puede casarse con un marido poderoso, así que decidí que cogiera los hábitos para que no sufriera el desprecio de los otros pretendientes. Luego pensé que a Nate no le importaría... pero ya era tarde xD. En fin, ahora a ponerme con el maltido Dante y Mike que tanto me está costando... ni un página llevo!