El día que empezamos a preocuparnos por el futuro es el día que perdemos nuestra inocencia.

¿Y qué le importa al mundo cómo esta mi alma?
Más triste que el silencio y más sola que la luna.
¿Y qué importa ser poeta o ser basura?

2.28.2011

I'm Back, my friends!

Pues lo dicho, mi madre está genial, he aprobado historia con un 7 y he disfruta de mi novio como nunca durante dos días. Y cómo lo he celebrado? Escribiendo capítulos de relleno que llevaban tiempo queriendo salir a flote... Y sin más preámbulos:
Capítulo de relleno de Invasión:
Alexander

Los tres miraban al intruso que estaba dormitando en el sofá y se miraban entre sí sin saber muy bien qué hacer aún con lo que se les venía encima.

Eleno, que no podía casi apartar la vista de aquella preciosidad, le miraba con ternura y devoción, deseando que se despertase para poder achucharle y enseñarle a jugar. Le había alegrado la idea, no como a sus compañeros, y había aceptado sin que le hubieran tenido que insistir.

Marius, bufando, se abanicaba con su sombrero de cowboy con indignación sentado en una de las sillas. ¿Desde cuándo era canguro? ¡Ay que joderse! Primero venía Saix a tantear el terreno y luego Drusilla a dejarles aquel… bulto. ¿Por qué no se lo dejaban a Sammyx y Evangeline? Si seguro que les vendría bien para ir practicando… Sonrió, hubiera pagado por ver a Yaco Springfield cambiando pañales y dando biberones.

Ayako, por el contrario, se sentía intimidado por aquella nueva presencia. Le miraba con recelo desde su butaca. ¡Cómo había crecido en tan poco tiempo! Aún recordaba cuando era un ser arrugadito de dedos pequeños y grandes pulmones para chillar y Saix se lo había acercado con una sonrisa de oreja a oreja y él, con una sonrisa forzada había desviado la vista hacia el bulto entre las mantas del hospital y lo había mirado por primera vez. Era parte de Saix, y por lo tanto, parte de él.

-¿Alguien podría decirme por qué demonios he aceptado?-Aya rompió el silencio e hizo que el bebé que era su hermanastro se removiera en sueños.

Eleno, que era el que estaba más cerca del bebé, se giró para recriminarlo.

-Es tu hermano, japo.-Fue la contestación de Marius.-Así que ha tocado apechugar.

Ayako suspiró y sin que nadie pudiera evitarlo el bebé abrió los ojos y miró a su alrededor.

-Oh, el bebé se ha despertado *___*-Dijo Elen, emocionado.

Aya y Marius miraron al bebe y éste al no encontrar ni a su madre ni a su padre ni a nadie aparentemente conocido, frunció el ceño y todos sabían lo que eso significaba. Abrió la boca y empezó a llorar, haciendo que los tres amigos dejaran incluso de respirar para acercarse al niño.

-Se me mete en la cabeza…-Se quejó Aya, levantándose de la butaca y tapándose las orejas.-Elen haz que se calle.

Elen rápidamente se acercó al sofá y le destapó para poder cogerlo.

-Hola, bonito, no llores, ¿vale?-Y lo acunó entre sus pequeños brazos.-Los titos están aquí para cuidarte mientras tus papis están de viaje…

-Mataré a Saix cuando venga… ¿Por qué demonios se ha tenido que ir de luna de miel ahora? Vaya irresponsable…De él me lo esperaba, ¿pero de Dru? Le ha tenido que comer el coco…-Se quejaba Ayako, dando vueltas por la habitación y eso ponía aún más nervioso al bebé.

Marius le cogió del brazo.

-Ya basta, Aya, así no ayudas.-Le dijo con seriedad.

-No se me dan bien los niños, por si no lo has notado.-Se defendió Aya, soltándose.

-Ni a mí. Pero no podemos dejarle todo el trabajo a Elen, ¿entiendes? Hay que ponerse de acuerdo. Además, es más familiar tuyo que ninguno…

Aya asintió con resignación y se acercó a Elen que se estaba poniendo nervioso con el bebé y no sabía qué más hacer para que se callara. Aya rebuscó entre las cosas del bebé mientras Marius le hacía muecas que se suponía que eran divertidas, pero que solo hacían que el bebé llorara más.

-Esto no funciona.-Dijo el cowboy, haciéndose una coleta.- ¿Le cantamos algo?

-Como le cantes tu algo tendrá pesadillas por el resto de su vida…

-Muy gracioso.

-A lo mejor tiene hambre…-Dijo tímidamente Elen, moviéndose de un lado a otro intentando que el bebe se callara.

Marius y Aya se miraron.

-Eureka!-Y Aya alzó el biberón del bebé para entregárselo a Elen.

-No, está frío… ¿cómo le vamos a dar el biberón frío, Aya?-Le recriminó Elen.

Aya suspiró, lanzándoselo a Marius.

-Yo lo he encontrado, tú lo calientas.

Marius asintió, fue hacia la cocina y lo metió en el microondas.

-¿El biberón se puede meter en el microondas?-Preguntó, viendo dar vueltas el biberón desde la pantalla con tranquilidad.-Cuidar niños estaba chupado…

-¡Estas loco!-Gritó Elen, haciendo que le bebé llorara más.-Cógelo Aya porque ese loco nos va a quemar la casa…

Marius se giró y de pronto Elen le empujó, abriendo el microondas y sacando el biberón del niño, pero se quemó y se le cayó al suelo.

-¡Jope, Tito Marius!-Y se metió dos dedos en la boca.- ¡Ebes bun bonbo!

-Lo siento… yo todo lo meto en el microondas y nunca se me ha roto… Bueno, sí, pero pudiste arreglarlo. ¿Te he dicho ya que te echo de menos? ^^'

-Los biberones se meten en un cazo con agua para calentarlos…-Dijo Ele, sonriéndolo. Hacía relativamente poco que vivía con Aya y Marius ya le echaba de menos. Pero era normal, desde que ambos habían entrado en la Colmena vivían juntos y se habían acostumbrado a la presencia del otro. Ahora que Elen mantenía aquella relación con Ayako había volado del nido de Marius para ir a vivir a aquel apartamento puesto que Ayako había volado del nido de Saix y Dru para que pudieran criar a su retoño sin las molestias no causadas de Ayako. Y ahí estaba Marius, el cual aún no había encontrado el amor y que pronto lo encontraría, aunque eso es otra historia.

-¿Cómo sabes tú eso?-Preguntó Marius, sorprendido por las pocas nociones sobre niños de Eleno.

-Soy tito de dos niñas preciosas ^^.-Dijo con orgullo, preparando los cachivaches para calentar el biberón.

-¿Héctor?-Preguntó Marius, observando como trabajaba.

-Sí, tienen siete y tres años. Paula y Priscila.-Contestó, recordando a sus sobrinas regordetas y encantadoras.-Un día deberíamos ir a visitarlas y… ¿Oyes eso?

Marius se quedó callado, escuchando. No se oía nada. Ambos se miraron y corrieron hacia el salón, donde estaba Ayako, sentado en el sofá y el bebé en brazos, callado. Los dos hermanos se miraban a los ojos, azules y verdes, en silencio, como si se estuvieran hablando con la mirada, conociéndose y demostrándose afecto.

Elen y Marius se miraron y sonrieron. Parecía que los celos de Aya ya habían pasado. Porque, aunque dijera que no, estaba celoso de ese encantador bebé que tanto se parecía a su padre y había heredado sus ojos.

-Tengo que hacerles una foto…-Dijo Elen.

Aya alzó la vista, mirándoles, y se sonrojó sin poder evitarlo, carraspeando.

-Eh, venga ya, que no tiene gracia dejar al más inexperto con el crío y…-Se calló y olfateó un poco el aire.- ¡Se ha cagado!

Y el bebé soltó una fuerte risotada, moviendo sus piernecitas y bracitos.

-¡Joder, qué tufo!

Marius estalló en carcajadas y Elen sonrió, acercándose a los dos hermanos. Cogió al bebé y Aya escapó de allí.

-Nunca tendré hijos.-Concluyó, cruzándose de brazos.

-Igualmente no podrás tenerlos a no ser que adoptes un chinito…-Y Marius estalló en carcajadas de nuevo.-Seríais una familia muy étnica.

-No te pases, Marius, aún puedo echarte de mi casa… Te recuerdo que estás aquí porque Elen quería que pasaras unos "diítas" con nosotros…-Amenazó.

Marius sonrió, invitándole a hacerlo.

Cuando Elen hubo acabado de cambiar el pañal al pequeño lo dejó sentado en una manta en el suelo rodeado de juguetes y peluches y se fue a la cocina.

-Echadle un ojito, voy a ver su bibe.-Dijo, desapareciendo hacia la cocina, feliz de estar rodeado de gente querida.

El bebé cogió uno de los peluches y se lo llevó a la boca inocentemente.

-Tengo que decir que es una ricura…-Comentó Marius, mirándole.-Pero pensar que es hijo de Saix me da grima… ¿Te imaginas que salga tan mujeriego como él?

Ayako miró al bebé y pensó que era imposible que un ser tan adorablemente mono fuera como su padre. Negó con la cabeza, necesitaba alejarse de él o acabaría pareciéndose a Elen a lo referente al bebé.

-Voy a comprar algo de cena… -Dijo, acercándose a la mesa donde estaban las llaves de la casa metidas en un bol y se dirigió al perchero cogiendo la cazadora.-Volveré en seguida.

Elen volvió con el biberón preparado y mirando que no estuviera muy caliente, como una buena madre.

-No tardes y ten cuidado, Eleno te echará de menos.-Le dijo Elen, con una sonrisa.

Ayako asintió, acercándose a su novio para besarlo y justo cuando iba a hacerlo se giró para mirar a Marius, que les observaba con una sonrisa de oreja a oreja, expectante.

-¡Oh, pero qué tierno!-Exclamó éste, junto al bebé, que también les miraba.- ¿Los ves, Junior?-Le dijo al bebé.-Pues son gays, para que vayas entendiendo: son dos hombres a los que les gustan los hombres y en la cama…

-¡Marius!

-¿Qué? Quiero saber si es Saix quien los hace o se hacen solos, yo creo que el pobre merece tener nietos, ¿no?-Bromeó.-Bueno, bueno, dejaré los chistes… sabéis que lo hago desde la confianza el cariño.

-La confianza da asco.-Comentó Aya, besó a Elen y se largó.

Elen se acercó al bebé y lo cogió para darle el biberón.

-Tito Marius eres muy malo.-Dijo, simplemente.-Aya acabará pegándote con su látigo y…

-Ju ju ju, si tú supiera lo más que suena eso, Elen.

Elen le miró, suspirando y miró al bebé, que mamaba de la tetilla del biberón.

-Definitivamente necesita una mujer…-Le dijo, el bebé soltó la tetilla y eructó, sin entender.-Y ya mismo.

Ayako esperaba sentado a la barra de un restaurante japonés al que solía ir cuando Saix aún era soltero y al que ahora le tocaba ir solo. Estaba feliz por como habían acabado las cosas, por su relación con Elen y lo bien que se entendía ahora con Saix, pero el bebé… suspiró. Aún no estaba preparado para tenerlo cerca. Y no comprendía porqué. Era un bebé adorable de ojitos verde esmeralda y cabeza poblada de cabello cobrizo, rollizo y encantador. Capaza de volver a Yaco Springfield en un buen padrino hecho y derecho. Pero no con él, o al menos, no todavía. Bebió de la botella de cerveza sin alcohol. Luego estaba el pesado de Marius, que desde que Elen se había ido a vivir con él pasaba más tiempo con ellos que en su propia casa y no tenían la intimidad necesaria para hacer sus cosas. Se sonrojó, sacudiendo la cabeza, ahora con el bebé tampoco tendrían tiempo para ellos. Bufó, Saix se las iba a pagar…

-Aquí tiene…

Aya se giró y observó que la camarera japonesa le tendía las bolsas de comida. Apuró la cerveza y se bajó del taburete, cogiendo la comida que ya había pagado.

-Arigato.-Dijo, y cuando se fue a marchar la camarera le tendió un trozo de papel sonrojada. Frunció el ceño, cogiendo con dificultad el trozo de papel y leyéndolo. "Natsuki" y un número de teléfono. Cuando Aya levantó la cabeza para mirar a la camarera ya no estaba delante de él.

Se encogió de hombros, guardando el papelito como si nada en una de las bolsas y saliendo del restaurante rumbo a casa.

Al llegar, abrió con dificultad y entró en casa con la comida.

-Ya estoy aquí.-Dijo, entrando hacia el salón, donde estaba Marius jugando en el suelo con el bebé, que reía al estirarle de la melena rizada.

Marius sonrió, haciendo muecas de dolor por los tirones de pelo.

-Que bien huele.

Ayako asintió llevando las bolsas a la cocina donde estaba Elen, las dejó en la mesa y se quitó la cazadora.

-Te he traído los rollitos que te gustan.-Le dijo, empezando a sacar la comida de las bolsas.

Elen le sonrió.

-Gracias…-Y le rozó cariñosamente la mano.-Yo estoy preparando té como a ti te gusta.

Aya asintió, acercándose a Elen y revolviéndole el cabello. Elen se abrazó a su pecho con ternura, aspirando el aroma de Aya.

-He pensando en que hoy puede ser la noche…-Dijo Elen, tímidamente, sonrojado y sin mirarle.-Si tú quieres…

Ayako le abrazó en silencio sin decir nada. Llevaban un año de relación y tres meses viviendo juntos y aún no habían dado el paso definitivo. Aya no había insistido, eso era secundario, pero que Elen se lo dijera era otra cosa.

-¿Estás preparado?-Preguntó, simplemente. Elen asintió, mirándole por fin, con algo más de valor pero no menos sonrojado.-Pues entonces lo haremos…

-¡Eh, tortolitos, que tengo hambre y el niño sueño!-Gritó desde el salón Marius.

-Pero no con Marius en la casa…-Dijo Ayako, fulminando la puerta por donde oía la voz del cowboy.

Elen frunció el ceño.

-¿Por qué? No haremos ruido, llevas mucho tiempo queriendo hacerlo y el tito Marius…

-Tenemos mucho tiempo por delante, tranquilo.-Dijo Aya, besándole en los labios.-No pases pena, si he aguantado, puedo aguantar un par de noches más.-Y le besó de nuevo.

Elen se quedó más tranquilo, ayudó a Aya con las cosas y llevaron la comida al salón, donde estaba Marius con el bebé en el sofá. Se había cansado de que le tirara del pelo y lo había alejado de su hermosa melena. Ahora el bebé abrazaba uno de los peluches y bostezaba, observándolo todo con sus ojos verdes e inteligentes.

-Deberíamos dormirle antes cenar.-Aconsejó, dándole el chupete al pequeño.- ¿No creéis?

-Yo no logro que se duerma.-Dijo Elen, poniendo los voles y los palillos en la mesa.

Marius miró a Aya.

-¿Y si lo intentas tú?-Sugirió.

-¿Yo? Ni de coña…

-Venga Aya, seguro que puedes __.-Le animó Elen.

Ayako le miró, y supo a que a él no podría decirle que no.

-Está bien…-Dijo, dejando los platos en la mesa y acercándose a su hermanastro. El bebé lo miró sonriente. Lo cogió y se sentó en la butaca, tumbándole en sus brazos y meciendo al pequeño con cuidado y ternura, con miedo a que se quebrara como el cristal con lo pequeño que era.

El niño le miró, alzó una pequeña manita y le fue tocando la cara hasta llegar a la oreja, a la cual se agarró hasta que al cabo de minutos de silencio, se quedó plácidamente dormido. Ayako, que le había estado observando, sonrió con dulzura.

-Que guapo eres…-Le susurró.

Y un flash le sacó del ensimismamiento y cuando alzó la cabeza observó a Elen con la cámara de fotos en las manos y su móvil última generación con cámara de vídeo. Suspiró, qué cruz. Se levantó y se dirigió al cochecito del bebé, tumbándole con cuidado de no despertarlo y arropándole con las mantas, seguido por el móvil-cámara de Elen. Cuando hubo acabado se sentó junto a sus amigos.

-No sabía que fuera tan fácil…-Comentó, sirviéndose arroz.

Marius, que ya engullía su comida, le miró.

-No es fácil, lo que pasa es que el bebé sabe que eres de Saix.-Habló, con granitos de arroz alrededor de la boca.-Sabe que eres su hermano.

-Sí, claro, es superdotado, ¿no?-Comentó Ayako.- ¿Y la salsa de soja?

-Es verdad, Aya, hueles igual que Saix y tienes muchos movimientos como él…-Habló Elen levantándose, aún con el móvil en las manos.-Voy a por ella.

Aya se encogió de hombros y empezó a comer.

-Saix y yo somos muy diferentes digáis lo que digáis…

Elen buscó entre las bolsas del japonés la salsa de soja guardando su móvil y la encontró junto a un trozo de papel. Lo cogió y le inspeccionó con sus dos ojos. Era letra de chica, con un nombre de chica y un número… ¿de una chica? Aquello le desconcertó por completo… ¿Aya tenía una aventura? Y entonces recordó que Ayako le había dicho que podía esperar… ¿Y si podía esperar porque se había desfogado con una chica? ¿Y si Elen era su segundo plato? ¿Y si…?

-¿Elen? ¿Encuentras la soja?

Elen guardó corriendo el papel en el bolsillo y cogió la soja, serenándose y respirando para tranquilizarse. Volvió a la mesa y le tendió con toda la naturalidad que pudo la salsa a su novio con una sonrisa nerviosa.

Ayako le devolvió la sonrisa y se echo la salsa. La cena siguió tranquila, hablaban en voz baja para no despertar al bebé y con un Elen muy callado que apenas tocó sus rollitos pese a que le gustasen mucho. Marius ayudó a recoger la mesa, sin entender que le podía pasar a Elen y pensó en abordarle cuando fregara los platos… Pero Ayako le había regalado un lavavajillas y no tuvo tiempo a poder sacar una conversación. Aprovecharía cuando Ay fuera al baño o en algún descuido de éste.

Ayako también notó las pocas ganas de Elen y lo atribuyó a la negativa de hacer nada con Marius en la casa y se sintió culpable por ello… ¿Pero y si el cowboy entraba en la habitación sin llamar y les pillaba en pleno acto? Tendría broma hasta el resto de sus vidas y sabía que podría cabrearse mucho teniendo la hormona subida y acabaría convirtiéndose en una pelea de titanes.

Vieron una película antes de irse a dormir y cuando Ayako fue al baño un momento antes de empezar, Marius abordó a Elen.

-Príncipe… ¿qué pasa?-Preguntó, directamente.

Elen le miró y notó tristeza en su ojo bueno. Sabía que podía confiar en Marius para todo, así que se sacó el papel del bolsillo y se le tendió.

-Tengo miedo, Marius.-Fue lo único que dijo.

Marius observó el papelito y lo captó enseguida, y se enfadó muchísimo, porque no se esperaba aquello de Ayako.

-Joder… será cabrón, cuando le pille…

-No, no… no le digas nada, por favor…-Dijo rápidamente Elen.-Esto lo tengo que hablar yo con él… A lo mejor son imaginaciones mías y ese número no es lo que parece, quizá…

-Más le vale que esta tal Natsuki sea una ancianita a la que visita por ser buen samaritano… si no, le romperé la piernas.-Amenazó Marius, y se guardó el número cuando escuchó la cadena del vater.

Cuando Ayako regresó y se sentó en el sofá junto a ellos, Marius se alejó de él frustrado y Elen le sonrió con tristeza. Aquella desencajó a Ayako, que no entendía nada.

-¿Pasa algo?

Marius le miró, pero vio a Elen negando con la cabeza y suplicándole con la mirada.

-No, nada. ¿Vemos la película?

Ayako asintió.

-Claro…-Y le dio al play.

La película, que era bastante mala, duró una hora y media y fue una hora y media llena de momentos extraños. Ayako le cogió la mano a Elen que parecía decaído y se la apretó con afecto pero Elen no le devolvió al apretón. A su otro lado, Marius refunfuñaba cosas mientras veía la película, echándole miraditas de soslayo. El bebé se despertó una vez, pero volvió a dormirse al recuperar el chupete.

Cuando acabó…

-Por fin… ¡qué película más mala!-Exclamó Marius, levantándose del sofá enfadado.-En serio… para hacer películas así, mejor no hacer nada.

Elen asintió.

-Yo me voy a la cama, estoy muy cansado.-Dijo, levantándose igual.-Buenas noches, Marius, tienes más mantas en el armario tu habitación si te hacen falta…-Le dio un beso al bebé dormido y se fue a la habitación que compartía con Aya.

Marius se giró hacia Ayako, cruzado de brazos.

-Y bien… ¿no tienes nada que contarme, japo de mierda?-Preguntó.

Ayako, aún sentado en el sofá, sin entender nada de lo que pasaba a su alrededor, negó con la cabeza.

-¿Yo? No.

Marius respiró sonoramente, sentándose en el sofá junto a Aya y mirándole fijamente.

-Mira, Aya, le estás haciendo mucho daño a Elen y no lo voy a permitir, ¿vale? Porque Elen es para mi… como un hijo… suena raro, pero le quiero mucho y…

-No entiendo nada de lo que me estás diciendo, Marius. ¿Qué le he hecho a Elen?-Y entonces lo entendió.-Ah…-El sexo.

-¿Ah? ¿Lo admites?-Preguntó Marius.

Aya se levantó.

-No voy a hablar de este tema contigo, ¿vale? Así que buenas noches…-Y se acercó al carrito del bebé.

-Espera un momento.-Le dijo, parándole.-Elen me lo ha dicho y yo creo que por respeto deberías hablar ahora mismo con él. Yo me quedaré con el bebé para que podáis hacerlo con tranquilidad… total, me he echado una buena siesta.

Aya le miró. ¿Había entendido bien?

-No os molestaré para nada… Pero Aya,-le miró con seriedad-por el amor de Dios… ten cuidado y no le hagas daño… Elen es muy sensible con estas cosas y esto podría hundirle por completo. Así que éntrale despacito, sin prisas, tenéis toda la noche para hacerlo y sobretodo… cuidado, me gustaría protegerle yo, pero como no puedo, cuento contigo para que le protejas, ¿me entiendes?

Aya, asombrado, no supo qué contestar. Le invitaba a… Sacudió la cabeza y asintió.

-Claro, claro… descuida.

-Venga… confío en ti, Aya… no me defraudes.-Cogió el carrito y se dirigió hacia la habitación de invitados pensando que había invitado a Ayako a hablar con Elen sobre el asunto del teléfono. Pero no era así.

Ayako se dirigió a su habitación y abrió la puerta con cuidado, dentro, Elen ya estaba con su pijama en la cama, dándole la espalda. Entró cerrando la puerta y se quitó las botas sentándose en su lado de la cama, donde aún Elen le daba la espalda. Estaba nervioso, y no debería, pero la charla con Marius le había hecho ponerse así. Se quitó el jersey quedándose en camiseta interior y se quitó las vaqueros, como no dormía con pijama se tumbó junto a Elen.

Sabía que no estaba dormido, pero no se movía, hecho un ovillo entre las mantas.

-Elen…-Le llamó, pero este no contestó.-Yo… te quiero mucho.

Elen, que le había escuchado en silencio, dudó, pero al final se giró hacia él y Ayako le abrazó, dándole todo su calor.

-Quiero hacerlo… si tú aún quieres hacerlo…

Elen le miró en la oscuridad y notó su mirada azul, buscó sus labios y los besó con ternura, olvidándose de Natsuki, su número y todo lo que no fuera Ayako y su cuerpo y asintió, sintiendo el miembro duro de Ayako contra su pierna.

Elen abrió los ojos en la oscuridad, rodeado de los brazos de Ayako y se sintió tranquilo entre ellos. Se removió hasta quedar cara a cara con Aya, que aún seguía dormido, desnudo entre sus sabanas y sonrió al pensar en todo el amor que se habían dado mutuamente. Era feliz, pese a que la incerteza aún siguiera con él, y sabía que Aya lo era también, se veía en su cara mientras dormía. Por eso decidió despertarle para estar más tranquilo.

-Aya…-Le susurró a su oído. Ayako se removió entre sueños.-Aya, ¿quién es Natsuki?

-No lo sé…-Contestó Ayako, medio abriendo los ojos.-No conozco ninguna Natsuki…

-¿Y por qué tenías su número en una de las bolsas del japonés?

Ayako abrió los ojos.

-Me lo dio la camarera del restaurante y como no sabía qué hacer, lo metí en la bolsa.-Dijo, cerrando de nuevo en la bolsa.- ¿Por qué?

Elen, con una sonrisa de oreja a oreja.

-Por nada, solo preguntaba.-Contestó, abrazándose a él.-Aya…-Le volvió a llamar. Ayako medio abrió los ojos.-Te quiero, muchísimo.

-Yo también…

Alguien le golpeó con algo blando en la cara y abrió los ojos de sopetón, encontrándose con los ojos de su hermano que le miraba con el chupete y rió.

-Gagagaga…

Ayako levantó la cabeza y algo le resbaló al regazo. Lo cogió, era una nota.

Querido Aya.

El tito y yo nos hemos ido al gimnasio y después a hacer la compra, cuida del bebé que ya ha desayunado y está cambiado, y pon una lavadora con las sabanas… tu ya sabes por qué.

Te quiere y te adora, Eleno. *___*

P. d: He decidido que a partir de ahora quiero comida china ^^

Ayako dejó la nota en la mesita de noche y cogió a su hermanastro, que se dedicaba a titarle del pelo con fuerza. Salió de la cama y fue a la cocina aún con el bebé en brazos. Allí tenía café hecho así que se sirvió un baso con pereza, aún tenía sueño, y más con la noche que había tenido con Elen. Sonrió y se sentó en la silla sentando al pequeño en la mesa y cogiéndole de las manitas tan pequeñitas que tenía.

-Babababababa….

-Espero, Alexander, que algún día encuentres a alguien que te haga sentir las mismas cosas que a mi me hace sentir Elen…-Y le besó en la cabeza con ternura.

-¡Oh, pero que monosidad de hijos que tengo!

Ayako levantó la cabeza rápidamente y vio en el marco de la puerta a Saix. Le miró asombrado, y cuando el pequeño Alexander reconoció a su padre comenzó a patalear y a llamarle.

-¿Q-qué haces aquí? ¿No tendrías que estar viendo las pirámides de Egipto con Drusilla?-Preguntó, asombrado.

Saix cogió al bebé y le besó, pasándoselo a Drusilla que estaba justo detrás de él, esperando ansiosa por ver a su hijo.

-Dru no podía dejar de pensar en Alexito y hemos vuelto.-Explicó Saix, acercándose a Ayako y revolviéndole el cabello rubio.-No sabía que fueras tan buen hermano mayor.

Aya se sonrojó.

-Gracias por cuidarlo, Aya, ¿os ha dado mucha guerra?-Preguntó Drusilla, besando en la mejilla a su hijastro.-Es muy malo por las noches…

-Que va… ha sido un cielo de niño…-Aunque él eso no lo sabía.-Ni nos hemos dado cuenta de que estaba aquí…

-Elen me ha enviado el vídeo y las fotos.-Dijo Saix, mirando como Drusilla colmaba de besos a su hijo.-Y no sabes cuanto amor he sentido al verlos… Solo te voy a decir una cosa, Ayako,-y le miró con seriedad-no hemos salido del hotel.-Y le guiñó un ojo.

Ayako suspiró… ¿Qué ejemplo iba a tener este niño con alguien como Saix? Menos mal que Drusilla era normal…

-¿No te parece adorable?-Le preguntó Evangeline a Sammyx con ternura en la voz.

Sammyx se encogió de hombros, observando como su ahijado de ocho meses gateaba por el salón intentando cogerle el rabo a Suco, que huía de él juguetonamente.

-Sí… pero no me quito de la cabeza que sea hijo de Saix.-Contestó, mirando esos ojos verdes que compartían como herencia Springfield.-Cuando sepa andar seguro que se dedica a levantar faldas a las chicas.

Evangeline sonrió. Era la primera vez que como padrinos que tenían al niño todo el día con ellos porque Saix y Drusilla trabajaban y estaba muy contenta.

-Hay que llevarle al parque para que juegue y luego…

-No tiene ni un año, Eva, no creo que pueda jugar con otros niños como tú piensas.-La interrumpió Sammyx, que acariciaba el pelaje del lomo de Suco, que había llegado hasta a él.- ¿A que no, Alexander?

El niño le sonrió, enseñándole esos dos incisivos que ya se iban dejando ver y con una tan cara angelical que recordaba a las pinturas de Da Vinci. No pudo evitar sonreír y le cogió, poniéndoselo en el regazo. Evangeline le miró.

-Dile al padrino que quieres ir al parque.-Le decía al niño, tocándole una mejilla rosada.- ¿A que quieres ir a dar un paseo?

-Uh uh uh…-Fue la contestación.

-¿Ves?

Sammyx puso los ojos en blanco.

-Al final lograréis convencerme…

Y así, un cuarto de hora después, con la sillita del bebé, todos sus bártulos y Suco, la pareja salió por la puerta del apartamento sin rumbo fijo para pasar la tarde.

El pequeño miraba todo desde su silla con ojos grandes y brillantes, si giraba a la izquierda veía los cuartos traseros de Suco, que meneaba el rabo peludo con excitación con la lengua afuera, y si miraba a la izquierda, veía a su padrina con las manos en los bolsillos, pendiente de que Suco no se alejara.

Evangeline, feliz y llevando el carrito, le señaló algo a Sammyx, que viró la cabeza y observó a una joven pareja frente a un escaparate.

Eran Gerard Mejide y la hermana pequeña de Marius, Mary, y la muchacha iba agarrada al brazo de Gerard que le explicaba algo con ganas.

Evangeline se desvió del camino trazado y Sammyx silbó para que Suco le siguiera.

-¡Gerard!-Lo llamó la rubia, saludándoles con la mano.- ¡Hola!

El interpelado se giró, observando al dúo con el bebé y se le iluminaron los ojos y una sonrisa se adueñó de sus labios.

-¡Evangeline!-La saludó, tirando de Mary hacia ellos.

Sammyx sonrió. Sabía, desde hacía relativamente poco, que el joven Mejide había estado enamorado de su prometida, pero no le molestó que ambos se abrazaran con aquel reencuentro. Desde que Gerard había sido admitido en la Universidad de Oxford, se veían solo durante las fiestas y algún que otro fin de semana que el joven se dejaba caer por su casa. Estaba cambiado, parecía más hombre y feliz de ver a su amiga y cuando reparó en él, no hubo ni atisbo de hostilidad como antaño. Parecía que había superado aquello.

-¿Qué tal, Sammyx?-Preguntó Gerard, ofreciéndole la mano con simpatía y una sonrisa.- ¿Todo bien?

Asintió, estrechándosela.

-Muy bien, ¿y tú?

-Genial… estoy de vacaciones y en buena compañía.-Y le echó una mirada a Mary, que se sonrojó.- ¿Es el niño de Saix?-Asintieron.-Qué grande está… y como se parece a su padre.

-Es precioso.-Comentó Mary, acuclillándose al lado de la sillita.

El bebé reparó en ella y se le encendió una lucecilla en los ojos.

-Upa, upa…-Decía.

Evangeline le quitó el cinturón del carrito y se lo tendió a Mary.

-Quiere que lo cojas.-Le dijo.

Mary asintió, tomándole con cuidado entre sus brazos y el bebé le acarició la mejilla, el cuello hasta llegar a sus senos, los cuales se habían desarrollado bastante en aquellos meses.

-Que cucada de niño…

Sammyx bufó, el niño había salido a su padre…

-Sí, un pequeño angelito, ¿eh, Alex?

Y el niño rió.

Próximamente La historia de amor de Marius jamás contada y Los celos de Sammyx y la aparición de Yaco.